O sea, como se dice en húngaro esto. Como se dice en húngaro esto otro. Ese ha sido el foco de conversaciones que he tenido desde que he llegado a este lugar. Apenas he hablado con papá y mamá pero cada que les digo que no entiendo que diablos me están diciendo, se echan a reír. Por suerte, esta campamento es bastante multicultural y he encontrado suficiente gente que hable inglés como para adaptarme con rapidez. Sino, no sé que habría hecho. Supongo que comunicarme con dibujos y señas porque no me quedaba de otra. Aunque también tenía miedo por si no me entendían o me malentendían a señas. Si saltaba a lo mejor pensaban que quería jugar en vez de hacer pipí.

No se puede aprender húngaro en un mes, pero he hecho progresos bastante grandes. Al menos para mi. Ya se pedir de comer, ya se preguntar donde está el baño, e incluso se como se dice "corre". Me costó como cuatro días y unas 20 batallas perdidas para saber que "corre" se decía "futás" y que cuando lo gritaban significa que tenía que echar a correr como el demonio porque iba a morir. Obviamente en un juego. Pero tengo 8 años, los juegos son como la vida real. Perder equivale a morir y eso ya no podía resistirlo mi orgullo.

La actividad de hoy ni me llama la atención hasta que alguien se apiada de mi y me la traduce, cuando casi todos están emocionados y yo solo hago muecas de no saber que rayos les ha dado. ¡Vamos a ver las estrellas! o sea, llevamos viendo las estrellas durante semanas pero no es igual, una cosa es verlas de verdad y saber acerca de ellas y otra cosa solo saber que están ahí. Me emociono tanto que voy corriendo al exterior acabando por atropellar a alguien.

Mi estancia en el campamento había sido una grata experiencia, lo que aprendí me servirá algún día, o eso creo, aunque igualmente tenerlo como una noción lo dejaría ahí en un rincón esperando que utilice ese conocimiento para algo importante en mi vida, que pude haber utilizado ese tiempo en mis practicas de Tenis o de Voley pero bueno, la cosa no es quejarse.

Tuve la suerte de aprender inglés y húngaro, algunas veces le hice de traductor a alguna niña pequeña que no sabia hablar mas que ingles, pero bueno, agarre como objetivo ayudarla, espero que le allá sido útil y que aprendiese de ello. Estar en el campamento es muy parecido al Call of Duty buah ya quiero estar en casa para jugar.

La actividad de hoy consistía en ir a mirar las estrellas, nada divertido a mi entender, pero quien sabe se podría cocer algo bueno de aquello, alguna chica por ahí que me gustaba deberia tratar de acercame a ella. Mis pensamientos fueron interrumpidos por el fuerte golpe de una niña, ella era a la que yo ayudaba traduciendole de Húngaro a Ingles, - Oye ¿Que ocurre? -

Mi pj "ayudo" al pj de mikaela traduciendole la actividad. Tambien paso por encima de mí. Derek tiene el ojo puesto en la china ^^

El campamento era una extraña mezcla de horroroso y divertido. Horroroso cuando se trataba de limpiar, hacer ejercicio o dispararle a cosas a las que yo nunca les daba, y divertido cuando podíamos correr por ahí arrastrándonos en el lodo o en competencias. De todos modos la última vez que había hablado con papá y mamá les había dicho que no pensaba volver aquí. Nueva Zelanda era linda y todo, pero yo era muy blandita para estas cosas, prefería volver a casa, aunque ahí no hubiera playas.

Además estaba otro pequeñito problema llamado idiomas que no conozco. Había muchos niños de Hungría, pero también de otros lugares a los que no les podía entender nada. Era difícil comunicarse con ellos, pero como soy experta en mímica, logré hacer un par de amigos con gestos y señas, y alguno que otro grito cuando me exasperaba. Al ejercicio no lo iba a extrañar, pero a ellos sí, sobre todo porque no podría escribirles ni llamarles si no nos entendíamos nada a menos que nos viésemos las caras. Como dije: Campamento horroroso y divertido.

La actividad de hoy era mirar las estrellas, lo cual aunque podía lucir aburrido, es más divertido de lo que se piensa. En casa a veces solía tirarme en el patio trasero y ver el cielo durante horas; aquí se ven más estrellas que en la ciudad y con formas diferentes a las que mamá intentó enseñarme.

—¡Mira! ¡Eso es una vaca! ¡Con una vaquita! —mi mano apunta al cielo, en donde un montón de estrellas que para otros no deben tener sentido, lucen exactamente como dos vacas para mí.

Viveka tiene la costumbre de hablar sola, así que no me dirijo a nadie en particular, pero si alguien quiere darse por aludido, adelante. Sólo hay que recordar que ella habla únicamente en húngaro.

Kovi odia el campamento. Odia que le griten, odia despertar temprano y odia no poder dormir con su hermano mayor. Aunque después es el que se divierte como el que más, sobre todo cuando puede empujar a sus compañeros de juegos al lodo bajo la coartada de estar haciendo ejercicios y enlodarse hasta donde no le llega el sol sin importarle los gritos de su padre.

Aunque es el último día, no está lloriqueando como los otros niños porque ya no van a verse ni ser amigos nunca más. Sino que trota torpemente por el campo buscando a su hermano entre el grupo de los chicos mayores, igual que un perrito extraviado. — ¡Láaaasz! – está muy oscuro para poder apreciar la belleza del cielo nocturno en todo su esplendor, sólo un par de fogatas aquí y allá para no morir congelados como paletitas, así que tropieza con sus propios pies y se da de bruces contra el suelo. — Ay… - se queja en voz baja, pero no llora, porque es un niño grande y se incorpora sacudiéndose las manos, haciendo pucheros pero tratando con toda su frágil fuerza de voluntad de no lanzarse a llorar llamando a Balász.

Recordatorio: Kayden Leparq, canadiense. 12 años. Habla inglés y francés.

La última carta que había recibido todavía seguía enfureciéndolo. A su hermana pequeña no se le había ocurrido otra cosa que narrarle su pequeño viaje a las playas de Spanish Banks. Kayden adoraba aquella playa, pero el hecho de que su padre estuviese ausente el 80% del tiempo, imposibilitaba a la familia poder viajar a menudo. Justo cuando él estaba allí, encerrado en aquel maldito infierno, su familia viajaba y vivía todo lo que a él le estaba siendo negado.


En su camino hacia el punto de reunión, donde debía encontrarse con sus compañeros, tiró la carta en la primera fogata con la que se encontró. A veces odiaba a aquella maldita cría, ella tenía todo lo que a él jamás le habían dado, lo que jamás le darían. Terminó dejándose caer en la hierba, no demasiado lejos de sus compañeros. Ni siquiera tenía ganas de volver a casa.

Los chicos mayores estaban demasiado lejos para ir a pedirles un cigarrillo, así que terminó suspirando ante su propio enfado. Ojalá mamá me haya comprado los nuevos cómics del Capitán América, pensó, mirando en silencio el crepitar de la hoguera.

— Eh. — las palabras escaparon de su boca de forma involuntaria, del mismo modo en el que su cuerpo había reaccionado. Allí estaba, casi de pie, mirando al pequeñajo que acababa de caerse no muy lejos de ellos. Suspiró, acercándose, y se agachó para poder mirar al niño a los ojos. Creía recordar que era hermano de uno de sus compañeros, — ¿estás bien? — inquirió, sacudiendo con suavidad las ropas del niño. Al momento, tomó sus pequeñas manos para observarlas, — es sólo un rasguño. — añadió con la seguridad de tener notable experiencia en golpes, rasguños y cicatrices.

Interacción: Kayden Leparq

Cuando siente unas manos cálidas prestando ayuda, cree que se trata de su hermano mayor. Pero su emoción muere, al igual que su sonrisa cuando el muchacho delante de él no se parece a Balász en lo más mínimo. Es alto, sí, delgado, sí, pero no es Balász.

Sus hombros se hunden con decepción y su boquita se frunce con un puchero.

— Ya sé. Soy ‘gande’ y no lloro.– responde en un inglés torpe, con toda la seriedad que un niño de seis años puede reunir — ¡Tú eres ‘gande’! – dice de pronto, como si fuera un gran descubrimiento y las respuestas a todos sus dilemas — ¿Dónde está Lász?

Cualquiera que esté cerca, Markov y Kayden

Ver las estrellas se le antoja una actividad un tanto sentimental para ese último día en el campamento militar, incluso poco apropiado, aunque en el fondo no es más que una clase de astronomía de despedida. Ya les hablaron de que algunas constelaciones no serán visibles cuando regresen a sus hogares en el hemisferio norte. A Balász lo que más curioso le resulta es que las referencias son relativas; para él siempre ha sido la Osa Polar aquella que despuntaba en el firmamento nocturno y gracias a la cual podía reconocer el resto de constelaciones. Sin embargo, en ese lugar es distinto y sus habitantes buscan primero la Crux para orientarse.

También es distinto el tiempo. Hace frío. Prácticamente no va a tener verano, lo cual no es un mal plan. Balász se inquieta al no ver a su hermano pequeño entre las filas de muchachitos y muchachitos que con asombro abren la boca ante la belleza del manto celestial. Sus botas crujen la tierra, pero no le importa hacer ruido. Es el último día, ¿qué más da si no mantiene el orden? Va a buscar a Markov.

Teme que se haya perdido o se haya quedado encerrado en alguna parte. Con lo pequeño que es, son posibilidades que no puede descartar. Cuando lo encuentra, lo ve junto a un extraño. Aprieta los puños y dirige una mirada amenazadora a Kayden. Lo conoce. Es de su grupo. Su opinión sobre él no es mejor que la de otros chicos. Balász no ha ido a ese campamento a hacer amigos.

Interacción: Markov + cualquiera que esté cerca.

En realidad, eran un par de pequeños arañazos que molestarían durante unas horas. Tal vez un par de días, pero seguramente el niño prestaría poca atención y terminaría olvidándose pronto del dolor. Él, quizá, tuviese todavía esa facilidad de pasar las cosas por alto facilmente.

— Deberías lavarte las manos... — dice al pequeño, clavando sus pálidos ojos azules en los ajenos, pero en sus labios no se instala ninguna una sonrisa. A pesar de la ternura que emanaba el pequeño, Kayden no pudo evitar sentir cierto rechazo. Era un sentimiento involuntario, establecido en su mente a causa de la dureza a la que se había visto sometido durante los últimos meses. Aquellos soldados, al igual que su padre, le recordaban que ser frágil resultaba un problema. Y por ello, el muchacho apenas expresaba sentimientos más allá de la rabia y la tristeza. A veces, la alegría momentanea.

Por otro lado, la juventud del niño ante él sólo le recordaba a su hermana, a la que todavía odiaba demasiado. El tiempo aún debía enseñarle a no culparla. — Sí, soy grande, ¿y qué? — su madre no estaría orgullosa de tales modales, así que suspirando, intentó mostrar su cara más amable, — ¿Lász? ¿Es tu hermano? — de las pocas habilidades que creía reconocer en sí mismo Leparq, su buena memoria destacaba entre todas ellas. Por lo que recordar el nombre (el mote, más bien), no le lleva demasiado trabajo. — ¿Eres hermano de Balász? Está en mi grupo... — era un muchacho serio, al que había visto pocas veces relacionarse. No podía culparlo, él tampoco lo había hecho. Demasiado centrado en cumplir las órdenes, en un intento por convertirse en un buen soldado. Tal vez, pensaba, su padre llegaría a quererlo un poco más.

Llevaba su cuaderno y su lápiz, de los que jamás se separaba. Anotaba allí todas las cosas que le parecían importantes, como aquel problema críptico que intentaba resolver hacía dos días. Les habían enviado para dar una última mirada a las estrellas antes de partir, una actividad a las que asistía con gusto, una de las pocas. Aquel año había vuelto a ser un desastre en las actividades físicas, pero había disfrutado encriptando el cuento, a pesar que el del equipo contrario había sido demasiado fácil de resolver. Aún así, no se quejaba; el campamento ya se había terminado y no lo había pasado tan mal como años anteriores.

Suspiró y se puso cerca de uno de los telescopios que allí habían para disfrutar el cielo estrellado del anochecer. Sacó su cuaderno y buscó la páginas en la cual había dibujado un rudimentario mapa estelar del hemisferio sur; tal vez se había equivocado en algo y aquella era su última oportunidad para corregirse. Se distrajo con un pequeño al que un niño mayor le ayudó, y luego miró a quienes se encontraban a su alrededor. Con ninguno había cruzado palabra; dudaba de que siquiera lo haría. Ella no estaba hecha para eso. Suspiró ante sus derrotistas y súbitos pensamientos, e hizo bailar levemente el lápiz entre sus dedos mientras miraba el cielo y luego corroboraba la posición de las estrellas en su cuaderno. Las voces de los demás comenzaban a distraerla, y miró a su alrededor levemente molesta por el ruido.

Nueva Zelanda, tierra hostil. Nunca antes había salido del continente europeo ni lo habría hecho de no ser por aquel traidor que lo engendró. Furioso, a regañadientes, aceptó ingresar en la Academia Militar como si fueran unas breves vacaciones en el infierno. Eso sí, no tenía pensado acatar las órdenes dócilmente. Era un Nordskov, un animal de sangre noble, orgulloso y disciplinado en elevedas artes. Juntarse con otros críos le suponía una horrible tortura. Así que, cuidándose de mantener alguna clase de relación, los observaba en la distancia con curiosidad depredadora. El lobezno se empezaba a preguntar a qué sabría la carne de oveja.    

En la noche de observación, cuando los instructores están distraídos, embobados con el techo celeste, desaparece discretamente para irse a explorar por el bosque. Siempre que la oportunidad se presenta aprovecha para explorar el territorio y cazar algún animalucho. No obstante al ver a un niñito de rizos dorados y rostro de querubín, cambia de opinión y lo persigue con discreción a una distancia prudente. Todo indica que se ha perdido. Ulrik vigila sus movimientos torpes en silencio. Piensa en saltarle por la espalda, asustarlo, mas se olvida al entrar en escena Leparq. Lo maldice en su fuero interno. A continuación aparece otro chiquillo más grande, por lo visto su hermano, y los contempla con aburrimiento.

Interacción: Kayden Leparq + Balász + Ulrik

Con la sugerencia del niño más grande se mira las manos con curiosidad, lamiéndose los rasguños con la esperanza de encontrar algún sabor interesante, pero no hay nada extraordinario, excepto la sensación fresquita de su saliva contra la piel herida.

— Sí. Balász – prefiere Lász, es más cortito – es mío.

De alguna forma parece escuchar pasos o quizás es que reconoce la presencia de su hermano mayor, porque en cuanto gira la mirada a su alrededor, se encuentra con Balász  su carita se ilumina con una sonrisa.

— ¡Láaasz! – corretea con sus torpes piernas hasta donde está su hermano, ignorando por completo al otro niño que se había acercado a ofrecer su ayuda, y se abraza a su cintura, si fuera un perrito, su cola se agitaría como un helicóptero de pura emoción. — Me caí. Mira – le enseña sus manitas raspadas —Y no lloré. Soy ‘gande’ – toma su mano y se sitúa a su lado con todo el orgullo de un cachorrito. Por un momento, nota otro niño, está apenas un poco más lejos pero los observa fijamente. Le recuerda a uno de los perritos de Tula y se ríe, haciendo la mímica de un gruñido enseñando sus dientitos de leche — Grrrr.

Interacción con: Józsi

Ignoré a la niña que me empujó y seguí mi camino, me ponía a ver a las estrellas de vez en cuando y de un momento a otro fijé la vista en una niña que estaba, al parecer, enojada en un telescopio, me acerqué para hablarle.

- Hola, ¿Porque estas molesta? - le pregunté, era muy hermosa, ojalá tuviera otro tema de que contarle pero no, me puse frente de ella y me le quede mirando, no quería parecer extraño pero no lo podía evitar. Unos segundos después escuche a algunos de mi edad conversando, tal vez el ruido era lo que le molestaba.

Ni me molesto en disculpar por atropellar a alguien porque igual asumo que no entiendo a la mitad de los que están aquí, aunque es justo la persona que me ha estado haciendo de traductor durante días. Me apresuro a pararme junto a viveka, aunque no lo hago buscándola sino que me da la impresión de que me habla a mi y asiento como si le entendiera solo por mera vergüenza de admitir que no le entiendo ni papa.

Cada vez se van uniendo más personas al exterior y mi emoción se mezcla con la del resto a gran velocidad. Reconozco a varias personas alrededor, pero creo que no recuerdo el nombre de ninguno de ellos. Me lo dijeron seguramente, pero como no sé húngaro su nombre solo fue una cosa llena de letras raras que hablaron y no entendí. — ¿Oye pero tu sabes ingles? Tienes que aprenderlo, es súper mega importante. O sea ya lo hago por ti — Le digo a Viveka en inglés aunque en realidad vendría a ser por mi, que es a la que no entienden.

Cualquiera que esté cerca, Markov, Kayden y Ulrik

Balász atrapa a su hermano en cuanto el pequeño se aprieta contra su costado. Le acaricia la espalda, pero no deja de mirar a Leparq como si fuera una amenaza y el verdadero culpable de que el chico se haya lastimado las manos. Por supuesto, a Markov se dirige en húngaro y de una forma muy cerrada no dando oportunidad a que otra persona lo entienda, aun si sabe algunas expresiones básicas. Riñe al niño por haber sido desobediente y no haberse unido al resto del grupo. La rebeldía de Markov solo es aceptable si puede controlarla, pero cuando regresen a casa van a enfrentarse a castigos mucho peores que lavar los retretes o sacar brillo a la cubertería del comedor.

Su gruñido le hace percatarse de que no están solos. Nordskov. Ulrik Nordskov. Ese muchacho, al igual que Kayden, hizo equipo con él. Ambos son introvertidos, incluso un poco huraños y malhumorados, como deben ser los adolescentes. Son tal para cual, piensa con desgana.

-Será mejor que regresemos con el resto.-El inglés de Balász es ácido, como si le molestara tener que usarlo para comunicarse con los demás.-Nos podrían castigar a todos, ya lo sabéis.-Y siendo el último día, tanto Leparq como Nordskov podrían abstenerse de sus rarezas y dejar de pasearse por el campamento como perros apaleados y abandonados. Cómo le gustaría añadir una patada más a su costillar.

Empuja a Markov por su hombro para llevárselo de allí. Los grupos están mezclados. Los monitores se encargan de enseñar las estrellas y pequeños y grandes observan juntos, así que no tiene que desprenderse de su hermano. No le importa que juegue con otros niños de su edad o de su grupo, pero sencillamente no soporta que se acerque a los grandes. Por lo que ha visto, muchos de ellos son salvajes... o estúpidos. Y ambas cosas son igual de peligrosas. Los Báthory no se van a rebajar.

Vio a Derek, cuyas ínfulas de gamer le resultan insoportable, aunque tal vez sea solo porque Balász no juega a videojuegos. En su casa no están consentidos y, como no tiene amigos íntimos, tampoco ha tenido la oportunidad de probarlos. Está junto a Irén, que pertenece a su equipo, pero no se acerca a ellos. Sin embargo, se queda mirando a Dorka de reojo. Una vez le puso un gusano gigante bajo la almohada y en otra ocasión la empujó discretamente mientras hacían ejercicios cerca de unas pozas naturales.

-Menos mal que ya nos vamos a casa, Markov. Mira, una estrella fugaz.-No es cierto, pero señala al cielo de todos modos.-¡Pide un deseo, rápido!-Ronnie también está por allí y lo catalogaría de rarito, igual que Nordskov y Leparq. A esos dos se la tiene jurada. Seguro que querían lastimar a su hermano.

→ Darwin Odell.
→ 11 años.
→ Habla inglés.

Darwin tenía, supuestamente, una prima en el campamento a quien nunca había encontrado. Empezaba a creer que había sido una vil excusa de sus padres para enviarlo, y que la chica con aquel nombre y apellido tan raro era un invento más propio de los adultos. ¿Por qué tendría, si no, un familiar húngaro? ¡Y mucho menos en un campamento militar! Preguntó una vez si alguien había oído hablar de ella, pero de las pocas personas que lo escucharon, sólo dos hablaban inglés. Una lo ignoró, y la otra le dijo que no había oído de la pequeña. Así que se había pasado sus días solo. No literal, porque siempre estaba rodeado de chicos de su edad, pero se me entiende.

Había sido una pequeña tortura para él. El esfuerzo físico era demasiado, y ni hablar de la cantidad de veces que le habían dicho que 'sea macho' y cosas por el estilo. El tener la fuerza equivalente a la de una esponja le había jugado una mala pasada, y mucho más el tenerle miedo a la oscuridad. Los chicos mayores le enviaron como diez veces a hacer cosas solo por la noche, porque obviamente la sospecha estaba, pues él nunca había revelado su máximo secreto. Otro tema fue el idioma: podría decirse que fue como un pelotazo a la cabeza el enterarse que no todo el mundo hablaba inglés. Sí, un poco tonto considerando su edad, pero venga, ¿acaso era tan difícil?

Se sentó en donde le dijeron cerca de sus compañeros y ni siquiera hizo un esfuerzo para subir la vista al cielo. Eran estrellas, ¿tanto cambiarían de un lugar a otro? En cuanto escuchó que alguien sonaba admirado mirándolas, levantó los ojos, porque la curiosidad podía con él. No eran muy distintas comparadas a cómo se veían en América para Darwin, aunque la vista era muy bonita. El destello de una de ellas le sacó una sonrisa, pues recordó que no quedaba nada para volver a casa.

Vio a lo lejos en la orilla un perro jugando con una vara y lo llamó con las manos. Para su sorpresa, el can se acercó a él moviendo la cola, y le entregó la rama del árbol. Con intenciones puramente inocentes, la arrojó nuevamente, pero como aún no lograba controlar la fuerza de sus debiluchos brazos, el objeto fue a parar a cualquier parte. Con cualquier parte, me refiero justo a un par de chicos que estaban sentados cerca de un telescopio; una niña y un niño, ambos de su grupo. Se paró rápido, con cara de 'lo siento, pero siempre meto la pata' y se acercó despacio. ¿Hablaban inglés? No sabía, pero por lo menos con la cara se darían cuenta de que lo sentía. — Perdón, no fue mi intención — dijo una vez estuvo al frente de ellos.

Interacción con: Darwin

Seguía mirando a la niña cuando de repente cayó en medio de nosotros un palo de madera, lo miré para luego revisar mí alrededor en busca de culpables, y venía un niño de mi grupo que llegó a disculparse, - Está bien, solo ten cuidado la próxima vez - por dentro estaba algo mosqueado ya que le había interrumpido el momento con la niña.

Para buscar tema de conversación integré al que nos había lanzado el palo, - ¿Y como te llamas? -

Con Mickaela

Mi cabeza se gira cuando una voz conocida suena a mi lado: Es Mickey, la niña con nombre extraño de la que he podido hacerme amiga en este tiempo, a pesar de que ninguna entiende lo que dice la otra. Realmente no estoy segura de que se llame Mickey, pero de todas las veces que ha intentado decirme su nombre, es lo único que he entendido por culpa de ese acento raro que tiene. Además ella tampoco a podido llamarme Viveka sin que suene como si fuese un trabalenguas.

—¡No te entiendo! ¡Mickey, hablas raro! —mi voz suena con la frustración que me causa que hable tanto sin que comprenda una sola palabra, pero un segundo después se me pasa, porque desde que nos conocimos es la misma situación: Ambas parecemos creer que la otra es sorda, porque queremos hacernos entender a gritos cuando ese no es el problema—. Estrellas —apuntar al cielo—. Vacas —llevo mis manos hasta mi cabeza y con los dedos índices simulo un par de cuernos a cada lado—: Muuuuu —aquí y en China o de dónde sea que ella venga, las vacas deben de hacer igual ¿no? Así que tiene que entender, a menos que ahora resulte que las vacas también hacen Muuu en diferentes idiomas.

Irén Csontváry, con Derek Crusso, Darwin Odell y Dorka Vörös

Frunció el ceño levemente al ver el conflicto en un grupo de niños, entre los que estaba aquel pequeño que parecía ser el protegido de otro niño de su grupo, pero fueron los gritos de las niñas al otro lado lo que la enfadó súbitamente. Le inquietaban los ruidos fuertes, y las niñas estaban literalmente gritando. Se iba a volver hacia ellas cuando un niño al que reconoció como un miembro de su grupo se acercó y le habló. Por la sorpresa, olvidó brevemente su enfado. Sin embargo, al volverse a él, en su dirección, también había visto cómo aquella niña se caía a la tierra húmeda. - Hola - le respondió tímidamente en húngaro. No sabía su nombre. - Hay... mucho ruido - alcanzó a responderle antes que una rama cayera junto a ellos. El responsable de lanzarla se presentó de inmediato y se disculpó en inglés. También le conocía solo de vista, nunca antes había hablado con nadie.

Pensó que no podría seguir examinando las estrellas por aquel rato, por lo que cerró su cuaderno y se puso de pie. - Ayúdenme - les pidió a ambos niños mientras se dirigía rápidamente a aquella niña que se había caído. - ¿Estás bien? -le preguntó en inglés y la tomó de los hombros con cuidado intentando levantarla. No sabía por qué le ayudaba, en otra ocasión no le habría importado, pero recordaba vagamente haberla visto caer antes y no creía que fuera una casualidad. Lo otro que detestaba además del ruido eran los abusones.

→ Darwin Odell.
→ 11 años.
→ Habla inglés.

Escuchar al chico hablarle en inglés le alivió bastante, así que esbozó una sonrisa (aún con culpa) y asintió a lo que le dijo. — Soy Darwin — comentó, respondiendo a la pregunta. La chica sentada no pareció muy contenta con su interrupción, pues se paró y se fue, pidiendo la ayuda de ambos. El americano miró al niño y se encogió un poco de hombros, como si quisiera decir y qué podemos perder.

Vio a lo lejos a quién se acercaban: una niña se había caído al suelo. Se apresuró y comentó un — Cuidado, es ciega — a la chica que intentaba ayudarla. Darwin no la conocía, pero habían pasado ya mucho tiempo en el mismo campamento, y lo había notado en uno de los primeros días. También la ayudó para que se parara, incluso le sacudió un brazo despacio, esperando a que confirmara su bienestar.

Interacción con: Darwin, Irén, Dorka

El muchacho le respondió, se llamaba Darwin, otra personita mas que se suma a los que conocí en el viaje, tal vez aquello no fue tan malo, a excepción de las prácticas. Y como lo predije a ella le molestaba el ruido, le iba a decir algo pero inmediatamente nos dijo a Darwin y a mí que le fuésemos a ayudar, al parecer una niña se había caído.

Cuando llegamos la niña estaba ayudando a la otra, yo me apure y mientras Darwin la agarraba por el brazo yo ayudaba con el peso de la espalda, - ¿Ciega? - no la quise ofender pero me pareció extraño que uno niña ciega estuviese ahí - ¿Hablasinglés? ¿O húngaro? - se lo dije en ingles y en hungaro a ver si entendía