Mikkel fue un día un hombre amigable, de conversación ligera, amable, sin grandes ambiciones más allá de poder ayudar a los demás. Nunca se consideró un altruista, un filántropo; tomaba casos complejos para enfrentarse a retos intelectuales, ayudaba a sus clientes por pura satisfacción personal. ¿Lo convertía ello en una mala persona? Quid pro quo, do ut des, una simple fórmula que marcó siempre su proceder.

Dado a la compañía, a gustarse siendo el centro del atención. Amigo de sus amigos, pero siempre apreciándose a sí mismo por encima de los demás. ¿Egoísta? Independiente.

Leal y cariñoso, sus familiares son las únicas personas que realmente le conocen. Cercano, y confiado, estaba siempre dispuesto a creer en las personas, aprovechando lo mejor de cada una de ellas. Tomó lo mejor de cada instante, viviendo un carpe diem pausado, sabiéndose dueño único de su tiempo. Disfrutar no significaba apurarse, y él no necesitaba correr contra el tiempo.

No le resultaba difícil hacer amigos, a pesar de su carácter fuertemente impertinente, aquel aire de rebeldía parecía entusiasmar a quien le conocía. Orgulloso, porque le criaron para serlo. Seductor, promiscuo, en la eterna búsqueda de algo mágico que lo dejara sin aliento, que hiciese tambalear su entero mundo.

Budapest jamás llegó a conocer a tal hombre.

Su impertinencia se volvió hiriente, su orgullo, la única defensa que le quedaba cuando todas las miradas apuntaban a él. Su confianza se tornó todo lo contrario, y ahora, cerrado, a penas admite que la gente vea más allá de su fachada.

Su vida se centra puramente en el trabajo, y en aquel escaso número de personas a las que permite disfrutar un simple pedazo de sí mismo. Rompe lazos con increíble facilidad, sin dar explicaciones, sin preocuparse de nadie más que de sí mismo. Su promiscuidad se ha acentuado y ya no se preocupa por qué pensarán de él, no busca un segundo encuentro, harto de las expectativas. Ha perdido la esperanza en el ser humano, homo homini lupus, es ahora su lema.

Demasiado inocente, demasiado confiada. Synnøve cree que el ser humano es bueno por naturaleza, pero que la sociedad ha vuelto al hombre cruel y desconsiderado. Por ello, siempre ofrece su mejor sonrisa, su mano para ayudar a quien más lo necesite.

Humilde, sencilla, trabajadora. Siempre ha luchado por lo que quería, aún sabiendo que sus padres le entregaría cielo y tierra si así se lo pidiese. De risa fácil, a veces infantil, buscando reaccionar apropiadamente a cada situación. Tal vez la vida la ha hecho madurar demasiado pronto.

Dulce, encantadora, extrovertida. Intenta que todo el mundo se sienta integrado, incluso aún si ella no lo está. Los demás son un proyecto en el que se involucra con facilidad, olvidándose muchas veces de que ella también tiene sus propios problemas. ¿Los enfrenta? A solas, en su dormitorio, con sus series, sus canciones, y su adorado blog en tumblr.

Como todas las chicas de su edad, es una fangirl. Fan de casi todo, amante de dejar que los demás disfruten de aquello que aprecian, ajena a las peleas. Vive y deja vivir. Le desagrada la gente que pierde su tiempo en odiar, en dejar claro lo mucho que aborrecen X cosa.