CUENTAN LAS LEYENDAS QUE NO DEBES TENTAR A LAS LUCES DEL NORTE.

Sitka, Alaska. Un tranquila ciudad, un lugar al amparo de la naturaleza donde la tradición y el estilo de vida los lugareños se enfrenta a los turistas que invaden la zona en busca de un respiro de las ajetreadas vidas de ciudad. Un lugar que no suele estar en los periódicos, salvo por su extraordinaria belleza y por ser uno de los pocos rincones del mundo donde el espectáculo mágico de las auroras boreales puede ser observado.

Sin embargo, esto no es técnicamente cierto. Sitka también aparece en los periódicos por formar parte del llamado Triángulo de Alaska: una zona comprendida entre las ciudades de Juneau y al suroeste de Yakutat, y al norte de la montaña Barrow y la ciudad de Anchorage, justo en la localización de la ciudad. El lugar es considerado mágico por las escasas tribus nativas sobrevivientes; de energía para los entendidos e ignorado por la gran mayoría. Un lugar donde ocurren fenómenos extraños desde los tiempos en los que se tomaban los primero registros. Sitka, con la mayor cantidad de desaparecidos por metro cuadrado de Estados Unidos, sin embargo, aún pasa desapercibida.

No es así para los lugareños, quienes desde los primeros pobladores han vivido rodeados de mitos y leyendas que se han transmitido de generación en generación. No serían nada más que eso, si no parecieran dar perfecta explicación a una serie de sucesos macabros que han ocurrido en Sitka a lo largo del último siglo.

Siempre, durante y tras la temporada de auroras, fenómenos inexplicables atacan la ciudad. Desapariciones, extrañas muertes, accidentes incomprensibles, es como si un velo de mala suerte acompañara a las luces y se cerniera sobre la ciudad. Los escépticos apuntan a que no es más que el producto de las duras condiciones del invierno de Alaska, en conjunto con la imprudencia de los turistas. Estos últimos, por su parte, no terminan de confiar en los cerrados y extraños lugareños de creencias absurdas. A día de hoy, lo cierto es que nadie sabe contestar a la verdadera razón de todos estos horribles sucesos.

Durante años y años, aquella fue la rutina del lugar: prepararse para la temporada de auroras, una terrible consecuencia y un inexplicable silencio después. Sin embargo, hace dos años atrás, justo cuando las malditas casualidades parecían acrecentarse, desapareció en misteriosas circunstancias una pareja de residentes que algún día fueron turistas y llevaban una vida bohemia en el bosque.

Todo se detuvo como si alguien hubiera presionado un botón.

El turismo, que perdía fuelle, se restableció; el escepticismo se acrecentó y los lugareños en su mayoría respiraron tranquilos. Pero las leyendas y los mitos no seguían únicamente en el subconsciente colectivo, sino que parecen formar ya parte del ADN de esta ciudad.

Durante la pasada temporada de auroras las cosas volvieron a descontrolarse, y la siguiente, está por venir. ¿Será la confirmación de que todo lo pasado aún no se ha superado? Mito o realidad, ¿Cómo poder diferenciarlos?.